Hoy en día la luz se considera algo como lo más natural del mundo. Cuando oscurece encendemos la luz para ver mejor.
En el tiempo de Jesús la luz artificial era algo especial. Solo había lamparas de aceite, cuya luz podría arrojar incluso una luz tenue en una habitación oscura. El aceite era muy caro. En aquel tiempo cuando el sol se ponía para la mayoría de las personas estaba oscuro hasta el amanecer.
En esa época, Jesús predica el versículo de la luz del mundo. Hoy en día nos cuesta entender el sentido de ese versículo, porque en nuestra época de noche las grandes ciudades se iluminan.
Pero a pesar de la iluminación eléctrica de hoy en día, todavía existen muchos rincones oscuros en este mundo. Lugares de tristeza y desesperación. Momentos en que andamos a tientas.
Jesús se dirige con sus palabras diciendo que es la luz del mundo para alumbrar nuestros momentos llenos de preocupación y dolor. Jesús quiere expulsar la oscuridad de nuestros corazones y reemplazarla con la luz de su amor. Incluso hoy, su luz brilla en la oscuridad de nuestro mundo.
Tú eres la luz del mundo
Eres el resplandor de nuestros días
Tu eres la luz
que nos hace tan felices
iluminas nuestra alma
Tú eres la estrella en la noche
que defiende todo siniestro
Te enciendes como un fuego
consumido por el amor
Tú, la luz del mundo
(Helga Poppe)